Friday, December 29, 2006

Cima


Mi muy estimado Franz, con cuánto placer contestaría sus preguntas, si es que realmente a mí supiera que están dirigidas. O es la Milena que habita en sus pensamientos la misma que respira al otro lado del mundo, de su mundo? Cuando pienso que he llegado hasta la cima, no me asombraría si en una nueva oportunidad me inclino y reconozco esa posición desde otra perspectiva: lejana, perdida, indiferente.

La cima de la locura, de la obsesión, del ridículo, que conviven pacíficamente con la más desapercibida cotidianeidad de sus manuscritos que llegan en un idioma y parten en el otro, con el ritmo de la rutina y de sus habitantes, de los editores que hacen preguntas y exigen respuestas, de esta ciudad y de la gente que la transita atrapada en su propio destino.

Y el camino que siempre parece una escalera, cuando podría ser la playa, una pradera, cualquier calle gris en esta Viena; un bosque cubierto de hojas de otoño o sembrado de verdes colores en primavera. Pero no, es una escalera, sin alternativas hacia los costados, donde la dirección obligada está orientada con una flecha que apunta hacia arriba, aunque arriba no signifique nada especial en realidad... y luego de un tiempo, que podrían ser segundos, un siglo o una semana sin pensar en ello (o sí), sin recibir de vuestra pluma una señal (o sí) pero no muy precisa (cuándo lo fue?), la baranda sostenida comienza a cambiar de forma; lo siento al principio en las manos -que tal vez- no sean ajenas a esas circunstancias, porque los ojos tardan mas tiempo en reaccionar a esas sutilezas y siempre llegan tarde, sorprendidos e inocentes. Y la forma que mi tacto reconoce es redonda y se inclina suavemente hacia abajo, estoy en un alto. Mis piernas descansando en la llanura de un tobogán, desde el cual no tendría ningún sentido descender lo recorrido por el mismo lugar. Tomo aire, no lo pienso demasiado y me arrojo, mientras el sonido de un piano se cuela en mi alma... y me dejo caer, libre, feliz, sin saber lo que espera, sin dar explicaciones, intuyendo quizá... un nuevo escalón, el comienzo de otra escalera?, espejos de agua en una calle no tan gris de esta Viena enamorada de la lluvia, otra carta suya debajo de mi puerta...

M.

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